El viernes (por fin!) fue la primera noche de observación de verdad que he hecho en mi vida.
Es la tercera salida que hago, en el mismo lugar que la primera vez que vi Júpiter con un telescopio (el 300 de Isabel *^^*, asias!!).
El cielo en esta ocasión no estaba tan oscuro, pero aún así se veían miles de estrellas y se apreciaba bastante bien la vía láctea. Me decepcionó un poco el hecho de que casi no se veía, pues la primera vez que salí, al bajarme del coche y mirar el cielo me quedé sin palabras.
Me divertí viendo cómo montaban los telescopios mientras oscurecía. Al caer la tarde aparecieron las luciérnagas. Nunca había visto una. Es increíble la cantidad de luz que son capaces de producir. Sino me equivoco, Isra y Carlos comprobaron si podían leer con su luz.
El momento más espectacular fue cuando apareció Venus y Marte, y un poco más tarde la luna. El cielo era tan oscuro que se podía ver claramente la parte no iluminada de la luna.
Una noche genial, espero que se repitan muchas más así.
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